Los Tates Chocolate

Martes 12 de enero del 2010.

No paraba de nevar y Anoük no veía el caminito para poder volver a casa. No tenía miedo, pero era la primera vez que pasaba tantos días fuera de su pueblo y no estaba acostumbrada.

Peke-peke y Peke-pó, hambrientas, no paraban de maullar.

-Ya lo sé pequeñitas, yo también tengo hambre pero las últimas miguitas de pan nos las comimos ayer. No sabía que iba a nevar tanto... Estamos muy perdidas.

Anoük caminaba como podía. La nieve le cubría por la cintura y con las poquitas fuerzas que le quedaban, pudo apresurar el paso y llegar hasta un árbol que estaba hueco y se metió para cobijarse.

No dejó de nevar hasta bien entrada la noche. Anoük y las Pekes se quedaron profundamente dormidas.

Ya había amanecido cuando despertaron, y los rayos del sol entraban por el hueco del árbol.
Al asomarse vio que la nieve había tapado sus huellas y tenía que volver a orientarse, y eso se le daba fatal.

Preparándose para seguir la caminata, oyó algo parecido a un lloro y salió del árbol para ver de dónde venía. Cada vez estaba más cerca, venía de detrás de un tronquito.

Cuando se asomó vio a dos duendesitos ¡manchados de chocolate!

-¿Quienes sois? ¿Por qué lloráis?

-Somos los Tates Chocolate, sniiiif... Nos hemos quedado sin dulces. BUAAAAAAAAAAA!!

-¡Siiiii! Sin nuestros dulceeeeees...

-¿Por qué os habéis quedado sin dulces?

-El Hada de los dulces ha desaparecido y nadie más sabe hacerlos tan buenos...

-¿Y no sabéis dónde está?

-No... siempre sale a buscar a su hijito. Hace poco que aprendió a volar y se le escapa cada dos por tres. Pero nunca ha tardado tanto en volver...

Anoük se quedó pensativa.-alguna vez he hecho dulces, quien sabe si pudiera ayudarles...

-¡Tates! ¡Os voy a ayudar! voy a haceros los dulces que tanto ansiáis.

-¡Ohhh, que bieeeeeen! Ven, ven que te llevaremos a casa del Hada de los dulces, así podrás cocinar.

Cuando llegaron, Anoük se encontró con algo que nunca habría imaginado. ¡Una casa hecha completamente de chocolate! pero casi no quedaba ni pizca de ella...

-Pero ¿qué ha pasado aquí?

-Mmm... no te lo hemos dicho todo... -dijo un Tate.

-Es que si te lo decíamos teníamos miedo a que te enfadaras tu también... -dijo el otro Tate.

-¿Yo también?

-Sí...bueno... como el Hada de los dulces tardaba tanto en volver, nos comimos su casa...

-¡Pues cuando vuelva y vea todo ésto...!

-Es que ya lo vio, y cuando lo vio se enfadó tanto que se marchó para siempre.

-Bueno... veré que puedo hacer...

Anoük se puso manos a la obra. Abrió los armarios y encontró algo de harina, azúcar, unos cuantos huevos y chocolate.

Encendió el horno y mientras tanto mezcló los ingredientes.

-¿Falta muchooo? Tenemos hambre.

-Ya casi está. Va a salir un pastel rico rico.

Esperaban impacientes hasta que Anoük lo sacó del horno. ¡Vaya desastre! El pastel hundido y totalmente quemado.

BUAAAAAAAAA ¡¡Queremos dulceeeeeees!!

¡Oh no! y ahora ¿qué hago? no quedan más huevos...-pensó. Pero encima del armario vio un bol lleno de fresas y se le ocurrió derretir chocolate y mojarlas en él.

Los Tates se pusieron muy contentos y se las comieron, y Anoük y las Pekes también, porque estaban hambrientas.

-¡Qué ricas estaban las fresas!-dijo un Tate.

-Sí, pero ya no quedan... y queremos MÁS.

-¿Máaaas? Pero si habían muchas y... os dolerá la tripita.

-¡Nos da iguaaaal! ¡Queremos dulces! BUAAAAA.

Estoy perdida -pensó- ya no queda nada más en el armario y los Tates Chocolate están pasando mucha hambre. Mmm... creo que solo queda una opción.

-¡Nos vamos a buscar al Hada de los dulces!

-¡Nooo! que está enfadada con nosotros.

-Pues tendreis que pedirle perdón.

Y así fue. A pesar del frío que hacía salieron a buscarla.

Estuvieron caminando largo rato sin rumbo fijo, preguntando aquí y allá por si alguien la había visto.

Preguntaron a una mariquita que se les cruzó por el camino:

-Perdone señora Mariquita, ¿ha visto por casualidad al Hada de los Dulces?

-No, hace mucho que no la veo por aquí.

También le preguntaron a un petirojo que estaba cogiendo setas, pero él tampoco la vio.

Cuando ya no podían más, desesperados y tirados por los suelos, vieron pasar a dos abejitas y Anoük les quiso preguntar también.

-Abejitas, abejitas ¿por casualidad sabeis dónde puede estar el Hada de los dulces? Hace mucho que la buscamos y estamos muy cansados.

-¡Qué casualidad! ahora mismo estábamos hablando de ella.

-Sí, desde que se ha instalado en la colmena que comemos de rechupete. Hace unos postres riquísimos con nuestra miel.

-Necesitamos que vuelva a su casa. Decidle que los Tates Chocolate están muy arrepentidos por haberse comido su casita. La necesitan mucho.

Las abejitas se fueron a toda prisa para avisar al Hada.

-No volverá... está enfadada con nosotros y no quiere vernos más. -Los Tates lloraban- Aún recuerdo la cara que puso cuando vio su casa comida...

Mientras Anoük intentaba calmarlos, una rica y dulze olor les envolvió. Recordaba a la olor de la vainilla mezclada con fresas del bosque.

-Vaya, vaya... -apareció el Hada de los dulces- ¿a quienes tenemos aquí?

-Somos los Tates... y tenemos hambre.

-Nooo....-dijo Anoük muy bajito- primero tenéis que pedirle perdón.

-¡Hada de los dulces perdónanos! teníamos tanta hambre que nos comimos tu casita. Lo sentimos mucho.

-Bueno... está bien, volveré a casa. Pero a cambio quiero que hagáis una cosa.

-¿Ah sí? ¿Cuál? -Dijeron muy contentos.

-Paciencia Tates, paciencia...

Ya en casa, el Hada de los dulces se preparó para hacer uno de sus exquisitos postres.

-Señora Hada, intenté hacer una tarta esta mañana y fue un desastre. ¿Me puede enseñar cómo funciona el horno?

-¡Pequeña! Este horno hace cientos de años que no funciona. Los dulces los hago con mi varita mágica, sino no tendría tiempo para hacer tantos postres.

En un momento preparó una tarta recubierta de chocolate, otra de nata y fresas y una mega-trufa de moka.

Anoük, las gatitas y el Hada de los dulces se sentaron alrededor de la mesa y se zamparon los postres, mientras los Tates estaban fuera...

Reconstruyendo la casita del Hada.

-Jolín, como cuesta ésto... y con el hambre que tengo...

-¡Cuando acabéis mi casita, os daré chocolate!

-Mejor me paso a los frutos secos...

Esta historia es muy especial y espero que os guste a todos.